Es difícil decir adiós, pero mejor hacerlo apenas se termine el pololeo.
Cuando se termina una relación, lo único que queremos es que pase el tiempo, mirar para atrás y decir "valió la pena". Queremos que los días pasen rápido, que el dolor se agote con ellos y que la vida pase sin sentirla. Nos refugiamos en el copete, algunas drogas y el sexo, pero ni eso nos llena. Por un momento se puede engañar al corazón pero al otro día las cosas siguen igual.
Tal como los sicólogos recomiendan: "hay que vivir el duelo". Es una de las fases más importantes para terminar bien una relación, sobre todo si es acompañada de un despecho. Es normal sentir que la vida ha sido injusta con uno, que merecemos más y que nos han pagado mal. Es natural sentir rabia si la persona que amaste por tanto tiempo ahora está haciendo su vida con otra. Y aunque tus amigos te consuelen, no encuentras alivio para tus "¿porqué?". Lo importante de todo esto es asumirlo, si al final no podemos engañar al corazón.
Negar que seguimos adelante sin llorarlo, que estamos enteros sin haber despedido a ese "amado" es negar el duelo, es no querer vivirlo. A nadie le gusta sufrir más de la cuenta, rehusamos llorar y preferimos la medicina, ante la cura definitiva. Pero la pastilla se acaba y después necesitamos un dósis más grande, no vaya ser que cuando nos demos cuenta sea muy tarde.
Terminar una relación que formó una historia, que fue importante, que marcó nuestra vida, es, simplemente, algo difícil de aceptar. Pero partiendo con que "aquél" murió en nuestra vida es el primer paso, por eso el duelo es tan necesario. Ya no contarás con su ayuda, ni sus consejos, tratar de sacarlo de tu vida y empezar a mirarte vacío, es un primer proceso.
Quizás suene a masoquismo, pero llorar algo que se perdió es sentir que amaste. Lo triste es llorar después de un año, creyendo que a pesar del tiempo no has asimilado la situación y sigues enamorado. Más triste es eso.
Quizás en este momento sientes que tus proyectos se han arruinado, que no sabes cómo continuar y este proceso nunca terminará. No quieres llorar, porque eres fuerte y valiente y has soportado cosas peores. "Si tan sólo es un pololeo", dices en tu mente. De todas formas mejor es asimilar lo que pasó. Cuesta perder, pero más costará si se carga con la pena y se demora en asimilar el quiebre. Darse el tiempo del duelo, de pensar que todo pasó por algo, con la esperanza de que algún día las cosas mejorarán es sano para terminar bien una relación. Por eso si sigues escuchando a Arjona y Montaner, déjalos por un momento es una etapa que todos debemos vivir. Ya verás como con el tiempo, mirarás al pasado y dirás "sí que valió pena".
Cuando se termina una relación, lo único que queremos es que pase el tiempo, mirar para atrás y decir "valió la pena". Queremos que los días pasen rápido, que el dolor se agote con ellos y que la vida pase sin sentirla. Nos refugiamos en el copete, algunas drogas y el sexo, pero ni eso nos llena. Por un momento se puede engañar al corazón pero al otro día las cosas siguen igual.
Tal como los sicólogos recomiendan: "hay que vivir el duelo". Es una de las fases más importantes para terminar bien una relación, sobre todo si es acompañada de un despecho. Es normal sentir que la vida ha sido injusta con uno, que merecemos más y que nos han pagado mal. Es natural sentir rabia si la persona que amaste por tanto tiempo ahora está haciendo su vida con otra. Y aunque tus amigos te consuelen, no encuentras alivio para tus "¿porqué?". Lo importante de todo esto es asumirlo, si al final no podemos engañar al corazón.
Negar que seguimos adelante sin llorarlo, que estamos enteros sin haber despedido a ese "amado" es negar el duelo, es no querer vivirlo. A nadie le gusta sufrir más de la cuenta, rehusamos llorar y preferimos la medicina, ante la cura definitiva. Pero la pastilla se acaba y después necesitamos un dósis más grande, no vaya ser que cuando nos demos cuenta sea muy tarde.
Terminar una relación que formó una historia, que fue importante, que marcó nuestra vida, es, simplemente, algo difícil de aceptar. Pero partiendo con que "aquél" murió en nuestra vida es el primer paso, por eso el duelo es tan necesario. Ya no contarás con su ayuda, ni sus consejos, tratar de sacarlo de tu vida y empezar a mirarte vacío, es un primer proceso.
Quizás suene a masoquismo, pero llorar algo que se perdió es sentir que amaste. Lo triste es llorar después de un año, creyendo que a pesar del tiempo no has asimilado la situación y sigues enamorado. Más triste es eso.
Quizás en este momento sientes que tus proyectos se han arruinado, que no sabes cómo continuar y este proceso nunca terminará. No quieres llorar, porque eres fuerte y valiente y has soportado cosas peores. "Si tan sólo es un pololeo", dices en tu mente. De todas formas mejor es asimilar lo que pasó. Cuesta perder, pero más costará si se carga con la pena y se demora en asimilar el quiebre. Darse el tiempo del duelo, de pensar que todo pasó por algo, con la esperanza de que algún día las cosas mejorarán es sano para terminar bien una relación. Por eso si sigues escuchando a Arjona y Montaner, déjalos por un momento es una etapa que todos debemos vivir. Ya verás como con el tiempo, mirarás al pasado y dirás "sí que valió pena".
No hay comentarios:
Publicar un comentario