AddThis

Bookmark and Share

domingo, 27 de diciembre de 2009

Nadie sabe para quien trabaja

Lo conocí pernito, con pantalones a la cintura y chaleco de marinero, después del tiempo que estuvo conmigo, sinceramente, es otra persona. Tiene que agradecer la mano que le dí, lo dejé listo para pinchar en todas las fiestas.

Cuando lo conocí a penas hablaba, tenía 15 años y no podía hilar frase sin sonreir, se avergonzaba con cada palabra que pronunciaba. Así surgió el amor entre nosotros, no sé si me dio pena, no sé si me gustaba, la cuestión es que me fui enamorando de ese pernito, de ese chiquitito que nunca creí que podría mejorar tanto. Usaba pantalones hasta la cintura, el pelo con mucho gel y los chalecos se notaban que pasaban por la mamá antes de usarlos (con basta por todos lados). Tenía gustos musicales muy extraños y no sabía menearse bien, ni distinguía la salsa del merengue.

Las mujeres inevitablemente tendemos a mejorar a nuestra pareja, lo malo es que lo enchulamos para la siguiente polola. La que tiene ahora no sabe de qué manera se vestía antes (uff si supiera), si supiera que toda la ropa que ocupa ahora era aconsejada por mis sabias palabras y atentos gestos cada cumpleaños y navidad.

Sin quererlo, dejamos huellas imborrables de las cuales difícilmente se desprenden. A los hombres les cuesta tanto botar una ropa que les queda bien, que te aseguro que será el regalo que más huellas podrá dejar. Chao con esos recuerditos que dicen "te amo" o esas fotografías melosas entre él y tú... cuando la relación termina es lo primero que vuela de su "espacio" y se dirige a la basura o algún lugar muy parecido. La ropa, en cambio, siempre queda. Les cuesta mucho botar unas zapatillas caras, una polera del equipo favorito o una camisa que les quede bien, así lo he podido notar a través del tiempo con las personas que han pasado en mi vida. En cada vestimenta están mis toques que jamás han olvidado porque siguen vistiéndose de la misma manera en cómo les aconsejaba.

NADIE SABE PARA QUIEN TRABAJA. Pero nunca creí que lo haría tan bien, si hubiese sabido el buen resultado que obtendría y sin poderlo disfrutar, no me habría esforzado tanto en hermosearlo, ahora su polola disfruta del mejorado. Al final Ricardo Arjona tiene razón cuando dice: "si el pasado te enseño a besar así, bendito sea el que estuvo antes de mí". Siempre hay un antes, antes de tu existencia y por ese "antes" es que nos gusta tanto ahora. El consuelo que me queda es que alguien hizo o está haciendo el trabajo por mí para que yo pueda disfrutar del mejorado en un próximo momento.

1 comentario:

  1. primero debo confesar a mi más de una vez me ha gustado un pernito :P

    tienes razón con eso de nadie sabe para quién trabaja, yo lo había pensado antes, es muy cierto ... y ojalá alguien esté haciendo un buen trabajo para nosotras ... al final la cosa es como una cadena de favores

    saludos!

    ResponderEliminar