Que somos chistosas las mujeres. Un día me quiere, el otro no, como si se tratara de deshojar una flor en medio del campo, como si constara de una oportunidad o la otra, como si el pulpo tuviera que decidir entre una opción o la otra. Derrepente nos creemos sicólogas, andamos analizando los nicks de MSN, de Facebook o de lo que sea. Cada vez que él cambia el estado en una de estas herramientas, fijamos los ojos y tratamos de entender qué es lo que le está pasando. Es cierto, nos ponemos en todas las posibilidades, pero también es cierto que nos gusta pasarnos rollos. ¡Nos encanta! Que le postió Juanita en su muro de Facebook, que la pepita le comentó el estado, que graciela le comentó una foto y así sucesivamente y de todo situación inferimos algo. Pero para qué repetirles si somos nosotras las que leemos entre líneas, nadie más.
Nos complicamos mucho chiquillas. Si él pone una canción de amor no es porque le guste sino que le gusta alguien y se la dedica, si cree que tal monito animado es bueno no es porque se acuerda de algo, sino que sólo le gusta, si pone un resultado se trata de un partido de fútbol, no de las miradas que se llevan, ni por los meses que llevan juntos, etc... son así de simples.
Estas herramientas son de doble filo, a veces sirven para saber si está con alguien el chico que te gusta o para ponerte celosa de las mil maneras en que habla con otras. Antes era distinto, te conseguías la situación para hablar con él, era todo más especial, habían malos entendidos sí, pero mucho menos. Te conseguías su número de teléfono y lo llamabas con cualquier excusa, que te enseñara algo, que no sabes donde será el ensayo, que quieres tal cosa y no sabes dónde comprarla. Ahí la mente jugaba bien, la idea era establecer contacto. O mejor, te hacías amiga de alguna de las amigas de él para integrarte al grupo, hacías comentarios para saber si él estaba en algo. Antes Facebook eran sus amigas, ahora nadie te hace gancho, no es necesario, mejor tirar palos por los estados o nicks. ¿Dónde quedó el romanticismo?
Todo ha cambiado, pero el Facebook se ha vuelto en nuestro peor enemigo, que no sabemos si nos ayuda o nos embarra el día. A veces sentimos que la situación va de viento en popa, que te habla, que se interesa en ti, te sigue todos los cuentos... todo eso hasta que un día lo ves enlistado en una relación... hasta ahí llegaste.
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