He decidido ser mujer

Me cargan las minas, hacen atao por todo, se hacen las que saben mucho y complican la situación a muchas parejas. Se meten en problemas, les lloriquean a los hombres y siempre se hacen las víctimas. No ven el fútbol y usan todo combinado, andan preocupadas de las uñas y del color del esmalte, de la pintura y de la última moda que salió en París. Las minas son lindas por fuera, pero podridas por dentro, demuestran una imagen que no son y se demuestran así misma que son unas princesas. Las minas se dejan querer y hacen sufrir, van con el juego entremedio y coquetean con medio mundo, en la micro, en el auto, en el súper, en el trabajo y hasta, incluso, en el baño. Donde quieran llevan sus tacos altos y su escote trasquilado, muestran un poco, seducen bastante y dejan boquiabiertos a todos los que pasan. Las minas gritan mucho y se alegran por tonteras como que Paris Hilton sacó una nueva prenda o que en Yingo comenzaron una nueva temporada. Le gritan "huaxito rico" al Petaccia y se le caen los calzones cuando ven a un rubio de ojos azules. Las minas se fijan en apariencias y no aceptan a alguien a menos que esté motorizado, con casa en la playa. Hablan de sus vacaciones en Cancún y en los lugares más recónditos del caribe y les gusta mostrar su cuerpo quemado por los rayos solares para que se den cuenta de que era de verdad. Las minas se enojan con las minas, se pelean entre ellas y se sienten cuando la amiga no las pesca, no las saluda o no llega a la hora. Las minas son complicadas, por eso he decidido ser mujer que conlleva un papel más elevado, más oficinista y de traje. Una mujer conlleva haber pasado la etapa de mina rollera y traducirse en una referente del sexo femenino para las demás minas que vienen en camino.