Después de un terremoto, de las imágenes que deambulan tanto por la televisión como por internet, de los desgarradores relatos que cuentan los sobrevivientes y, más aún, cuando lo viviste en carne propia el movimiento... obvio que se te ablanda el corazón. Son situaciones que no se repiten a menudo y que te dejan perpleja frente a la noticia. Más aún cuando debes estar pendiente de la noticia, siguiéndola como trabajo propio.
Te acuerdas de toda esa gente que ha pasado por tu vida, compañeros, amigos y, hasta, exs. Ahí fue donde no debí haber entrado, si son del pasado por algo ahí están. Dicen que las malas noticias vuelan rápido, debí haberlo tenido presente antes de escribirle a los personajes que estuvieron en mi vida. No valía la pena, pero la situación lo ameritaba, al menos eso pensé. Creí que iba a recibir un "hola, tanto tiempo, que bueno que no te pasó nada, estaba preocupado", pero se remitió al saludo formal y muy conciso de decir "estoy con vida, gracias por preocuparte". ¿Qué más podría hacer?, resignarme supongo. Debí haberle hecho caso a mi abuelita cuando decía "las malas noticias vuelan rápido" y de eso uno se da cuenta trabajando en el diario; alguien puede hacer algo muy bueno, ganar campeonatos, pero si se manda una "cagada" hasta ahí no más le llega la reputación, las malas noticias venden mucho más que las buenas, por eso, también, llegan más rápido.
Además, como que uno se entera más rápido de las tragedias, accidentes y cosas malas que de las buenas, que llegan goteando, en cambio, las otras llegan como una marejada y no sé porqué se demoran menos.
Ahora, antes de volver a llamar o escribir un email voy a tener presente eso: "las malas noticias vuelan rápido", si le hubiese pasado algo ya lo habría sabido y, de todas formas, si le hubiese pasado algo... ¿qué podría hacer?, no podría evitarlo si ya no es parte de mi vida. Pero el sentimiento de mina manda, mejor salir de la incertidumbre y enterarse de una cual es la mala noticia. Porque esperar... para mí?, no vale la pena.
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