Hay mujeres que les cuesta cortar de raíz una relación, generalmente es el macho quien se olvida de la historia, a menos que la cosa ya sea patética y no quieras volver a verlo. Es que de cierta manera, tenemos corazón de abuelita y cuando quedamos enganchadas queremos que nos digan a la cara "no me gustas" para así dar vuelta la página, ¿para qué tanta humillación?
"El otro día me preguntaba por qué insisto tanto con este galán, si de cierta manera ya me dijo que no. Cometí los errores más grandes, mejor dicho "me las jugué" de todas las formas posibles (prefiero verle el lado positivo) le insinué que saliéramos, que me gustaba su forma de ser e incluso se lo dije con todas las letras "siento algo por ti", no hubo respuesta, sólo un "mmm". Nunca me dijo no, ni sí, nunca me dió a entender que no le gustara, ¿debería insistir?"
Este es nuestro mayor error. Está bien, la paciencia nos gana y ya queremos dar por finiquitada la situación y salir de esta maldita incertidumbre y que por último nos diga "NO ME GUSTAS", total no pierdes nada. ¿Acaso vale la pena herirse el corazón porque sí? Es como querer recibir una ofensa por el solo hecho de que no me considero digna del amor de alguien, para así quedar tranquila y dar vuelta la página. Disculpa que sea mala, pero eso ¡es realmente patético! Pero no las culpo, es una etapa, derrepente uno se obsesiona con un personaje y quiere tenerlo en sus brazos a como dé lugar. Si bien, en el amor no hay reglas ni teorías que digan si haces esto no te resultará. Eso es mentira, uno nunca sabe, pero si el personaje de turno da señales de desinterés total, ¿por qué rogarle por su amor? ¡Un poco de dignidad niñas! Eso es lo que más detestan los hombres y los seres humanos en general: suplicar el afecto.
Lo mejor, es pensar que si la cosa no se dio, fue por algo, si esa persona estuvo en tu vida es porque tenía que estarlo y fue algo pasajero. Si vuelve, volverá solito, te lo toparás sin ni siquiera saber sus horarios o dónde estudia o trabaja, sin ni siquiera decirle que se junten o de tanto sicopatearlo por Facebook. Cuando el destino se confabula lo hace. Asi que, mejor dejarse sorprender, ¿no?
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